Liderar en la Era de la Inteligencia Múltiple

Hubo un tiempo en que liderar significaba dirigir equipos, definir prioridades y asignar tareas…

Pero ese tiempo se está diluyendo.

En retrospectiva, el Liderazgo Ágil partía de la premisa: “no gestionamos personas, gestionamos sistemas”… El salto evolutivo en la gestión ágil es hoy evidente; la calidad de esos sistemas y sus decisiones ya no van a ser únicamente humanas.

El líder contemporáneo ya no gestiona el trabajo a través de un sistema, sino que diseña las condiciones en las que ese trabajo ocurre dentro de ese sistema, a sabiendas de que esas condiciones deben hacer convivir inteligencias distintas: individuales, colectivas y artificiales.

Y esto no es obvio ni sencillo.

La agilidad nació para ordenar el trabajo y la colaboración entre personas dentro de contextos complejos… Scrum, Kanban, Flight Levels, SAFe, etc. Todos ellos fueron intentos de domar la complejidad humana y hacerla predecible en entornos cambiantes.

Pero la próxima frontera no será humana… Estamos entrando en un escenario donde la tecnología no sustituye a los equipos, sino que se integra en ellos. Y eso cambia por completo el paradigma de la gestión y el significado de liderar.

Liderar en tiempos de la IA no consiste en predecir, sino en pilotear la incertidumbre con mucho más sentido y criterio.

Implica moverse a un ritmo de máximo aprendizaje constante, ajustando el rumbo con cada iteración, aceptando que los planes son hipótesis y que la dirección se descubre caminando.

El management del siglo XX quiso dominar la complejidad y reducirla a su mínima expresión.

El del XXI tendrá que convivir con ella aceptando su máxima expresión, pero sabiendo que ahora tenemos herramientas que ayudan a no morir en el intento.

Y eso exige líderes que diseñen sistemas empíricos. Entornos y sistemas que aprenden solos, que evolucionan a partir de la evidencia y no de la jerarquía.

Ya no hablamos de marcos de trabajo para personas, sino de ecosistemas de colaboración cognitiva. Humanos y máquinas aprendiendo a pensar juntos, guiados por un propósito compartido.

Ahí es donde nacerá la nueva agilidad. No en más procesos ni marcos, sino en una comprensión más profunda de lo que significa crear valor cuando el conocimiento ya no es exclusivo del humano.

Liderar será entonces esto:
no ordenar, no supervisar,
sino dibujar los bordes del propósito donde toda inteligencia —humana y artificial— pueda desplegar su mejor versión.

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Agilidad Inteligente